viernes, 9 de octubre de 2009

Dos décadas sin el temperamento de Bette Davis


"En mi profesión, hasta que no eres conocida como un monstruo no eres una estrella", comentó un buen día la Davis, temperamental, algo frívola, caprichosa y quizá una de las últimas encarnaciones de gran estrella al estilo del Hollywood clásico. El pasado martes se cumplían 20 años de la muerte de una actriz admirada por sus interpretaciones -que la llevaron a ganar dos Oscar por Peligrosa (1935) y Jezabel (1938) más otras nueve nominaciones- y temida por su carácter, el mismo que la llevó a cosechar grandes rivalidades entre sus compañeros y entre las más destacadas, sin duda, la de Joan Crawford, con la que le tocó compartir protagonismo en la película ¿Qué fue de Baby Jane?, su gran último éxito. Precisamente, por ello se edita ahora el libro Bette Davis: Larger Than Life, de George Perry y Richard Schickel, que ilustra con centenares de fotografías poco conocidas la carrera y la faceta más personal de una de las intérpretes legendarias de la meca del cine.

Nacida en Lowell (Massachusetts) el 5 de abril de 1908, Bette Davis tocó todos los palos interpretativos: fue actriz de teatro, de televisión y, por lo que más se la recuerda, de cine, siendo su presencia éxito seguro durante las décadas de los 30 y 40. De su cosecha son papeles tan recordados como la de la prostituta en La mujer marcada (1937), el de asesina adúltera en La Carta (1940) o el de la vieja actriz de Eva al desnudo (1950).

El 6 de octubre de 1989, Davis perdía la batalla contra un cáncer de pecho. Acababa de recibir el Premio Donostia a su carrera en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, ciudad que abandonó en una ambulancia horas antes de morir en su residencia de París. Su epitafio lo dice todo: «Lo hizo del modo difícil».

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