lunes, 28 de septiembre de 2009

Un año sin Paul Newman


El sábado se cumplía un año desde que los ojos más azules e impactantes de Hollywood se cerraban a los 83 años debido a un cáncer de pulmón. ¿Para siempre? No. Porque sus ojos ya han quedado en el imaginario de la época dorada del cine, porque sus ojos son también los de aquel ladrón famoso llamado Butch Cassidy que buscaba ser honrado sin conseguirlo en Dos hombres y un destino; los de aquel jugador que ayuda al inexperto Redford a vengar la muerte de un compañero en El golpe; el que era capaz de comerse 50 huevos en La leyenda del indomable o aquel muchacho atormentado que seducía a Elizabeth Taylor -y de paso a todos los espectadores- en La gata sobre el tejado de zinc.

Paul Newman pertenece a ese exquisito elenco de actores cuya vida privada no ha dado que hablar y sí la profesional, plagada de éxitos, de esfuerzo y recompensada no solo con tres Oscar -honorífico en 1985, al mejor actor por El color del dinero en 1986 y el Oscar humanitario Jean Hersholt en 1993- de los ocho a los que estuvo nominado, sino con el cariño de un público que convertió en taquillazo cualquiera de sus apariciones. Allá en el Olimpo de los elegidos él ocupa un lugar destacado, uno irrebatible y sin sucesor plausible, por lo que solo nos queda a sus incondicionales seguidores sentarnos enfrente del televisor y volver a entender la magia del cine a través de sus ojos azules.

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